Las revoluciones suelen despreciar el pasado, desconociendo que el diseño específico de una sociedad no responde sólo a un hecho político de dominación, más o menos espurio, sino que también es el resultado del esfuerzo de muchas personas para organizar la producción de la vida y la satisfacción de las necesidades humanas, en el contexto de tecnologías, procedimientos y modos de hacer surgidos de la experiencia y de tácitos o explícitos procesos de acomodación y negociación. Producir el cambio conservando lo valioso de la experiencia humana acumulada, en eso consiste la civilización. La tragedia surge cuando la codicia o la ideología (política o religiosa) impiden compatibilizar los logros del pasado con las promesas del futuro.
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